Hace más de un año me robaron un beso y no lo he podido encontrar. Relato el episodio, con la esperanza de que alguien reconozca al ladrón y me devuelvan mi beso.
Había despertado tarde, me había bañado tarde y había corrido por la puerta de mi casa aún mas tarde. Abordé el metro y esperé las 7 estaciones que quedaban para llegar a mi trabajo. Al llegar al anden me abalancé hacía las puertas y cuando se abrieron salí corriendo esquivando gente. Sin embargo noté que un joven de ojos claros, que salía del vagón aledaño al mío, había levantado la mirada para ubicarme. Corrí a las escaleras y con el rabillo del ojo lo vi detrás de mi, sonriendo hacia mi.
En esa estación hay tres escaleras, dos eléctricas y luego una de mármol. Me detuve entre las escaleras eléctricas para anudar mis agujetas y recuperar el aliento. Él pasó junto a mi, sonrió una vez mas y subió las escaleras restantes de dos en dos. Me encontré corriendo tras él, mas que por mi prisa de ir casi 40 minutos tarde al trabajo. Salí de la estación, lo busqué con la mirada pero no lo encontré, seguro se había ido con ese trote ligero hacía el sentido opuesto de mi destino. Crucé Reforma en los últimos segundos del semáforo y me quedé en el camellón decorado con flores de verano junto con otras personas.
Veía impacientemente al frente, deseando empezar a correr para llegar a la cocina antes de que alguien se diera cuenta de mi ausencia.
-Hola- Su voz me distrajo de todo lo que pensaba y, extrañada, volteé hacia mi izquierda. Era él. Con su sonrisa iluminada y sus ojos claros, mirándome fijamente y estudiando mis ojos.
-Hola- Contesté tímida y con una voz de niña que por un momento desconocí.
-Estás muy bonita- Dijo, sin dejar de mirarme.
-Gracias… Tú también…- Se río con ganas sin dejar de verme.
¿»Tu también»? ¿En que estaba pensando? Suspiré de desesperación y desvíe la mirada hacia el frente. Trágame tierra.
-Oye ¿Te puedo dar un beso?-
-¿Qué?- Me sorprendí. Un extraño diciéndome eso era lo que menos esperaba un miércoles a las 9 de la mañana. Lo volteé a ver para enfrentarlo. No sabía nada de él, ni su nombre, ni su edad, ni siquiera su destino. Nada. Pero en cuanto moví el cuerpo y la cabeza para mirarlo tomó mi cara con ambas manos y me besó. Instintivamente cerré los ojos y sin quererlo me dejé llevar en el beso del extraño de ojos claros. Segundos antes de que el semáforo se pusiera en rojo, separó sus labios de los míos, miró el semáforo y puso su frente sobre la mía. Suspiramos al mismo tiempo, queriendo recuperar el aliento.
La luz cambió al verde de cruce de peatones.
-Adiós, hermosa-
-Adiós- Abrí los ojos y vi su cabello castaño perdiéndose en la multitud de los peatones. Me quedé quieta mientras se iba y me quedé un semáforo más observando el camino por el cual se había ido con cara de idiota enamorada.
Cualquier información de estos claros ojos traviesos, casi cubiertos de pelo castaño y acompañados de una radiante sonrisa será de gran ayuda para encontrar mi beso robado. Y si lo encuentran frente a frente, déjenle saber que lo estoy buscando, que quiero mi beso de regreso.