La noche anterior ardía por ti. Literalmente.

En la mañana me puse el outfit que mentalmente había planeado ponerme ese día y salí. Pasaron las horas y en las extrañas ganas de bailar y cantar decidí que en vez de correr y sudar en clase de educación física quería verte. Salí corriendo calle abajo y subí al metro rumbo a mi lugar favorito en el mundo. Di una vuelta al palacio de mármol y te esperé con Xavier al brillo del sol de septiembre. Me encanta abrazarte y como disfrazas la mirada al verme. Ni tu ni yo habíamos estado el 15 de septiembre tan cerca del zócalo pero caminamos sobre Madero como bajo la lluvia lo hicimos una vez. Me dejé guiar por ti y a la vista de tantos policías (Que me ponen tan nerviosa) tomé tu mano. Con la misma timidez y rapidez con la que tomé tu mano la volví a soltar. Logramos tu cometido y casi volando llegamos al metro. Me invitaste el boleto y transbordamos.

Íbamos frente a frente, sintiendo la atracción uno por el otro. Platicamos, reímos y nerviosos tomamos agua fría. En un impulso me acerqué a tus labios y te miré a los ojos. No me tientes, sabes que yo también quiero. Dijiste. Te miré a los ojos pidiéndote que me dieras ese beso, que dejaras ese ardor mezclarse con el mio. Me besaste. Nos besamos.

Quiero hacerlo de nuevo. Todas estas cosas quiero vivirlas contigo.